lunes, 21 de mayo de 2007

Las Dudas de Rusti

Queca siente episodios de ansiedad mientras busca a Rusti por los pasillos del hospital donde trabaja.

Queca es Auxiliar de Clínica en el “Hospital Central” y es la novia de Rusti, un subalterno muy guapo que trabaja también allí y que lo mismo sabe trasladar la camilla de un paciente que hacer una traqueotomía urgente con tres dedos de una mano, si se da el caso. Ya saben, ese tipo de empleado de las series de hospitales.

Pues bueno, que Queca se anda haciendo un lío con un detalle de la boda. No consigue decidir si el ramo de novia de rosas blancas debe ser de diez flores o de doce.

Rusti tiene muy claro que quiere a Queca y que desea casarse con ella, sin la menor sombra de duda. Pero Rusti no puede evitar una reacción de huída cada vez que la ve enfocar la otra punta del pasillo.

- ¡Ah, Rusti! Finalmente. No te vayas otra vez. Tenemos que hablar de algo muy importante.

- Bueno Queca, ta, no me voy, aunque tengo cosas que hacer… ¿De qué quieres que hablemos?

- Rusti, de verdad. A veces pienso que nuestra boda no te interesa nada. ¿Tanto tienes que hacer que no puedes pararte un momento para hablar de cosas importantes?

- Sí, Queca. Tienes razón. La intubación urgente del paciente con crisis coronaria y la cauterización urgente de la arteria femoral del torero de esta tarde pueden esperar. ¿De qué quieres que hablemos?

- Colosal. No puedo creerlo. ¿De verdad me estás diciendo que por una vez vas a dejar de lado tus estúpidas ocupaciones para escucharme?

- Queca, cariño, mis ocupaciones no son estúpidas…

- ¡Ah, ahí sonamos! ¿Entonces la estúpida soy yo porque quiero consultarte cosas importantes sobre nuestra boda? ¿Es eso lo que estás tratando de decirme?

- No, mi vida. No quiero decir eso…

- Pues lo parece, Rusti. A veces tengo la sensación de que huyes cuando me ves aparecer por la otra punta del pasillo.

- Eso no es cierto, mi amor. Esas son figuraciones tuyas…

- Bueno, está bien. Acepto tus disculpas. El caso es que tenemos que decidir algo urgentemente. Es sobre el ramo que voy a llevar en la boda. Va a ser de rosas blancas, pero hay un problema. La tía Otilia dice que el ramo debe llevar diez flores, y la tía Matilde dice que doce. ¿Qué hacemos? ¿Cuántas flores llevamos?

- Bueno Queca… No sé qué decirte… Este… ¿Qué opina tu mamá?

- Rusti, en serio que a veces pareces idiota. ¿Cómo metes en esto a mi madre? Tú sabes tan bien como yo que lo que diga mamá no vale un pimiento cuando la tía Otilia y la tía Matilde empiezan a opinar. Sólo quiero preguntarte cuántas rosas vamos a llevar a la boda. No me hagas líos y no salgas a las corridas, que te conozco. Tenemos que tomar una decisión ya.

lunes, 14 de mayo de 2007

El Voto de Peter Pan

Hasta los diecisiete años sólo tenía que aprenderme las lecciones.

Ahora a los dieciocho tengo que aprenderme además las Elecciones.

No es justo. ¿Cómo puedo saber yo a quién votarle?

sábado, 12 de mayo de 2007

Definiciones

Una persona sabionda suele tener mejor el oído, pero no sabe escuchar bien.
Una persona sabia suele oír mal, pero sí sabe escuchar.

Todo esto viene al caso porque una tarde una niña (Andrea, 6 años) y yo (Juano, 52 años) nos pusimos a discutir de qué color tenía que ir la gorra del osito que estábamos pintando juntos. Ella decidió en su inspiración brillante que tenía que ser de color rojo carmín, y como todo sabiondo se preparó para sostenella y no enmendalla.

Yo intenté explicarle que una gorra rojo carmín no iba bien con una blusa verde pistacho y un pantalón verde aguacate, pero ella tozuda.

Entonces fue cuando escuché lo que realmente me estaba diciendo: “Tío Juano, yo tengo sólo seis años y tengo todo el derecho a ser todo lo sabionda que yo quiera. Ahora mismo no entiendo muy bien lo que te estoy pidiendo, pero quiero que cuando vaya cumpliendo más años, de a poquito, me ayudes a pasar de la sabiondez a la sabiduría.”

Ahí fue que decidí que de momento la gorra del osito iba a ser rojo carmín.

jueves, 10 de mayo de 2007

FORMAS DE SER

¿Por qué se pueden organizar Carreras de Perros y no de Gatos?

Vamos a verlo. En una caseta de salida ponemos a un perro y en otra a un gato, y lanzamos la “liebre”.

El Perro, nada más ver una raya color liebre con el rabillo del ojo, sale escopetiado ladrando como histérico y corriendo a todo lo que le dan las patas.

El Gato se para un poquito y dice, “¿Correr yo? ¿Pa qué? Aquí mismito la espero quieto parao. ¿Pos no? ¡Ella misma va a dar toda la güelta…!”